lunes, 13 de diciembre de 2010

Como controlar “El botellón”

El botellón (Binge Drinking), es un fenómeno social que cada día suscita mayores enfrentamientos, sobre todo porque entra en acción la perspectiva generacional de los implicados en el debate. Por un lado están los adultos que sufren el problema en muchos aspectos, bien como “padres responsables y preocupados”, pero también como sufridores de las consecuencias colaterales, violencia callejera, contaminación acústica, suciedad, zonas saturadas, etc.

Desde el punto de vista del joven, es la sociedad adulta la que le obliga a hacer el botellón, por los altos precios del consumo de alcohol en locales, la prohibición de entrada de menores de edad en los mismos. Pero hacer botellón también tiene un componente integrador, ya que el no participar en estos actos puede considerarse como un excluyente social.

Como podemos controlar este fenómeno de masas, ¿con una legislación más restrictiva?, o fomentando el uso de estilos de ocio saludables, y la creación de espacios de encuentro alternativos.

Os ponemos varias noticias con sus diferentes enfoques para que opinéis.

Gandia combate el botellón con deportes, karaoke y talleres Autor: B.R. - Fuente: lasprovincias.es
Baile Versus Botellón  Autor: Susana Gisbert - Fuente: abc.es
«Si los políticos prohíben el botellón, beberemos a escondidas» Autor: E.V. Pita- Fuente: lavozdegalicia.es

3 comentarios:

  1. Debemos educar.Debemos como adultos darles alternativas, y acercarlas a las masas de jovenes(por ej. de qué nos vale tener un polideportivo a 4 km de distancia, donde para desplazarse tienen que depender de los adultos).

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  2. En casi todos los seminarios acerca del tema se aboga por una regulación un tanto más represiva. Pero es cierto que este es un fenómeno importado de países del norte de Europa que ya tienen ese tipo de regulación , y no se ha producido el efecto deseado. En mi opinión la solución al problema esta en desarrollar una política de prevención basada en una mejora de la información dirigida a los jóvenes , pues las políticas represivas pueden conseguir el efecto rebote. De todas formas es un problema complejo , ya que tiene raíces de décadas de consumo recreativo de alcohol, y abordarlo desde una sola perspectiva es muy complicado

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  3. Reflexiones finales

    Que el Botellón, es un fenómeno social que nos preocupa es evidente, el qué podemos hacer para prevenirlo o controlarlo es quizá un tema más complejo. Valoramos que una intervención efectiva es aquella que tiene en cuenta a todos los agentes sociales implicados en él:adolescentes, educadores y padres y en todos los ámbitos donde genera consecuencias: ámbito familiar, social, educativo o laboral. Una intervención coordinada e integral de todos los agentes y ámbitos implicados generaría a largo plazo un resultado más satisfactorio y beneficioso para todos.

    Debemos reflexionar seria y profundamente sobre la implicación de los adultos, padres y no padres, en la formación y educación de los más jóvenes. Posiblemente sea necesario avanzar en la idea de educar a los padres: educar desde la familia, formar e informar.
    En este sentido, discrepamos de la idea de que el botellón es fundamentalmente una consecuencia visible o síntoma de un problema en los jóvenes, puesto que no consideramos que el botellón constituya per se un problema, sino más bien un indicador de que los jóvenes luchan por construir un espacio lúdico y divertido en el mundo “opresivo” construido por los adultos y para los adultos, y contra el que se están rebelando, sutil y lúdicamente. Probablemente sería extremo decir que tenemos los jóvenes que nos merecemos. Sin embargo, creemos que los jóvenes son en su gran mayoría reflexivos, sanos y dialogantes y, por tanto, ¿no sería más justo pensar en qué tipo de adultos somos los que estamos construyendo el mundo en el que se intentan integrar los jóvenes? Resulta en cierto modo paradójico que existan “macrobotellones adultos”, socialmente aceptados y valorados, y en donde está legitimado el traspasar los límites en el consumo de bebidas etílicas en la calle (fiestas populares, locales, regionales, etc.). Como también resultan paradójicos los “microbotellones” que tienen lugar en las ceremonias familiares que, aunque sabemos que no responden al concepto del botellón, si creemos importante señalarlos porque constituyen en gran medida el lugar y momento de inicio en el consumo de alcohol en hijos e hijas.
    Al preguntar a los jóvenes por las motivaciones para participar en el botellón, dejan entrever que se trata de una actividad exclusiva de ellos, que son ellos los creadores, que ese micromundo les pertenece y, también, que discrepan del mundo de ocio de los adultos, de sus normas, de sus opiniones y de sus intransigencias. Además, lo están diciendo de forma pacífica. Esta forma de divertirse es percibida por los adultos con resignación y crítica, mientras que los participantes lo perciben como un espacio lúdico de crecimiento. En definitiva, podemos decir que el botellón es una opción lúdica para los jóvenes que transmite a los adultos el mensaje de “estamos aquí y vosotros allí”.
    Creemos que la vía para solucionar lo que los adultos entienden por “problema”, en este caso el botellón, es hacer partícipes a los jóvenes de las tomas de decisiones en el amplio espacio del mundo social, y muy particularmente en el de los espacios lúdicos y del tiempo libre.
    Porque, el problema de fondo es una cuestión de significado, y que en otros términos no ha sido más que responder a la siguiente pregunta: ¿qué es el botellón para jóvenes y adultos? Naturalmente, desde esta perspectiva, lograr un entendimiento entre vecinos y hosteleros y jóvenes participantes, es intentar converger en el significado del botellón para cada uno, y para ello la vía no son las normas y leyes sino la comunicación y la negociación.

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